Teniendo en cuenta la madurez de los espectadores actuales, un director no puede limitarse a imponerles un conjunto de ideas preconcebidas a través de una película.
La obra, más que afirmar una visión del mundo, debe convertirse en un espacio que invite el espectador a seguir una reflexión personal, dejando atrás el estatuto de consumidor para pasar al de creador de pensamientos.
Es el único acercamiento factible para el cine de hoy, y es lo que he hecho con DARBAREYE ELLY.
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